No hablé mucho. Mis primeras palabras fueron: << Ah, ¿sí? >>. Muy flojas incluso para alguien como yo, que aspira a convertirse algún día en una vagabunda anónima en una gran ciudad, con un cuaderno de dibujo como única propiedad.
Probablemente, no era un objetivo muy ambicioso, pero al menos tenía uno.
La chica del lago, Steph Bowe
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