- Tenías razón... No hay nada extraordinario en estar en brazos de un chico de la Julliard School.
Él se apartó, sorprendido y furioso.
- ¿Cómo que <<nada extraordinario>>?
- ¡No! La rutina habitual..., creo incluso que prefiero al Gary de París o de Londres...
- Ah...
La miró un momento en silencio, confiado, preguntándose si bromeaba o no. Ella canturreaba, jugaba con los botones de su camisa haciendo la mueca de la que está un poco decepcionada.
Entonces él bramó me vas a volver loco, Hortense Cortès, ¡me vas a volver loco! La abrazó con fuerza y la besó como si su vida dependiera de ello.
La ardilla gris, en el umbral de la cabaña, les contemplaba royendo su cacahuete.
Debía de pensar que, al final, los lunes en Central Park no eran tan tristes...
Las ardillas de Central Park están tristes los lunes, Katherine Pancol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario