- ¿Ehlena? Ehlena... ¿Estás ahí, Ehlena?
Más tarde, mucho más tarde, ella pensaría que esas tres palabras habían sido el precipicio desde el que había saltado: "¿Estás ahí, Ehlena?".
Realmente esas tres palabras fueron el comienzo de todo lo que siguió, el punto de partida de un viaje desgarrador, disfrazado bajo la forma de una sencilla pregunta.
Y Ehlena se alegró de no saber adónde la llevaría. Porque a veces lo único que te ayuda a salir del infierno es que ya estás demasiado hundida para sumergirte más.
Amante vengado, J. R. Ward.
No hay comentarios:
Publicar un comentario