Quería decirle que lo sabía. Que todo había pasado como yo creía que pasaría, tan rápido que no pude detenerlo y a la vez tan lento que parecía que cada momento llevaba inevitablemente al siguiente. Tantas oportunidades de hacer algo diferente, de cambiar lo establecido... Lo había reproducido en mi mente un millón de veces. Debería haberlo mantenido en un sitio seguro.
Numbers, Rachel Ward.
"La lectura es la gimnasia del cerebro. El faro que alumbra el camino hasta el puerto de la razón. Un libro es, ante todo, una brújula que evita que nos desorientemos en el vasto territorio de la vida."
La bailarina y el inglés, Emilio Calderón.
sábado, 14 de enero de 2012
Numbers
¿Alguien se puede imaginar lo que es oír esas palabras? ¿Oír que la persona que amas te diga que te ama también? Si hay alguien que no lo sepa, espero que lo experimente algún día.
Numbers, Rachel Ward.
Numbers, Rachel Ward.
Numbers
¿Cuánta agente llega a conocer a la persona con la que está destinada a estar? Si nos manteníamos dentro, lejos de cualquier cosa que pudiera hacernos daño, tal vez consiguiéramos burlar los números.
Numbers, Rachel Ward.
Numbers, Rachel Ward.
Numbers
No puedo soportar a los hombres que lloran. No está bien, ¿a que no? Sus caras no están hechas para eso; se arrugan de una manera extraña y duele mirarlas.
Numbers, Rachel Ward.
Numbers
Me hervía la sangre. Sí, me gustaba. Pensaba en él cada minuto de cada día. Me dolía estar sin él. Le quería. Todas esas cosas que no podía decir a nadie, excepto, tal vez, a él.
Numbers, Rachel Ward.
Numbers
Contuve la respiración; sí, es algo estúpido, pero cuando estás entre la espada y la pared no siempre piensas con lógica.
Numbers, Rachel Ward.
Numbers, Rachel Ward.
Numbers
Era uno de esos días grises de octubre en los que parece que nunca acaba de amanecer. No llovía, pero la lluvia estaba ahí, en el aire, en las caras, emborronándolo todo. Podía sentirla calando la sudadera y la capucha, haciendo que se me enfriaran los hombros y la parte de arriba de la espalda.
Numbers, Rachel Ward.
Numbers, Rachel Ward.
Numbers
Hay lugares adonde van los chicos como yo. Chicos tristes, malos, aburridos, solitarios, chicos diferentes. Se nos puede encontrar allí cualquier día de la semana si se sabe dónde buscar: detrás de las tiendas, en callejones, bajo los puentes a la orilla de canales o ríos, tras los garajes, en cobertizos o en descampados. Somos miles. Si se nos quiere enocntrar, claro... La mayoría de la gente no quiere.
Numbers, Rachel Ward.
Numbers, Rachel Ward.
jueves, 12 de enero de 2012
Eragon
- ¿Podríais decirnos cuál es la casa de Jeod?
- Sí, podría - respondió sin dejar de escribir.
- ¿Y nos lo diréis?
- Sí.
Pero se quedó en silencio mientras escribía más deprisa.
La rana que tenía en la mano croó y los miró con ojos torvos. Brom y Eragon esperaron incómodos, pero la mujer no dijo nada más. Eragon estaba a punto de soltar algo, cuando Angela levantó la vista.
- ¡Por supuesto que os lo diré! Lo único que tenéis que hacer es preguntarlo. La primera pregunta fue si "podría" o no decirlo, y la segunda, si lo "haría". Pero en realidad no me habéis hecho la pregunta.
- Pues dejadme que os la haga adecuadamente- dijo Brom con una sonrisa -. ¿Donde vive Jeod? ¿Y por qué tiene usted una rana?
- Bueno, ahora sí que nos entendemos - bromeó la mujer-. La casa de Jeod es la de la derecha. En cuanto a la rana... (bien, en realidad es un sapo) estoy intentando demostrar que los sapos no existen... que sólo hay ranas.
- ¿Cómo es posible que no existan los sapos si ahora mismo tenéis uno en la mano derecha? - interrumpió Eragon -. Además, ¿para qué sirve demostrar que sólo hay ranas?
La mujer movió la cabeza con fuerza y los oscuros rizos rebotaron.
- No, no, no comprendéis. Si demuestro que los sapos no existen, entonces este bicho es una rana y nunca fue un sapo. Por lo tanto, el sapo que ves ahora no existe. Y - levantó el meñique - si demuestro que sólo hay ranas, los sapos no podrás hacer nada malo, como provocar que se caiga un diente, que salgan verrugas, o envenenar y matar a las personas. Además, las brujas no podrán usar ninguno de sus hechizos porque, naturalmente, no habrá ningún sapo.
- Comprendo - dijo Brom con delicadeza.
Eragon, Christopher Paolini.
- Sí, podría - respondió sin dejar de escribir.
- ¿Y nos lo diréis?
- Sí.
Pero se quedó en silencio mientras escribía más deprisa.
La rana que tenía en la mano croó y los miró con ojos torvos. Brom y Eragon esperaron incómodos, pero la mujer no dijo nada más. Eragon estaba a punto de soltar algo, cuando Angela levantó la vista.
- ¡Por supuesto que os lo diré! Lo único que tenéis que hacer es preguntarlo. La primera pregunta fue si "podría" o no decirlo, y la segunda, si lo "haría". Pero en realidad no me habéis hecho la pregunta.
- Pues dejadme que os la haga adecuadamente- dijo Brom con una sonrisa -. ¿Donde vive Jeod? ¿Y por qué tiene usted una rana?
- Bueno, ahora sí que nos entendemos - bromeó la mujer-. La casa de Jeod es la de la derecha. En cuanto a la rana... (bien, en realidad es un sapo) estoy intentando demostrar que los sapos no existen... que sólo hay ranas.
- ¿Cómo es posible que no existan los sapos si ahora mismo tenéis uno en la mano derecha? - interrumpió Eragon -. Además, ¿para qué sirve demostrar que sólo hay ranas?
La mujer movió la cabeza con fuerza y los oscuros rizos rebotaron.
- No, no, no comprendéis. Si demuestro que los sapos no existen, entonces este bicho es una rana y nunca fue un sapo. Por lo tanto, el sapo que ves ahora no existe. Y - levantó el meñique - si demuestro que sólo hay ranas, los sapos no podrás hacer nada malo, como provocar que se caiga un diente, que salgan verrugas, o envenenar y matar a las personas. Además, las brujas no podrán usar ninguno de sus hechizos porque, naturalmente, no habrá ningún sapo.
- Comprendo - dijo Brom con delicadeza.
Eragon, Christopher Paolini.
Eragon
- El tiempo no se detiene, y los años pasan, queramos o no... pero nos queda el recuerdo. Y aquello que parece perdido, puede que aún perviva en la memoria. Lo que escucharéis a continuación será imperfecto y fragmentado, pero guardadlo como un tesoro porque sólo lo sabréis vosotros. Os contaré ahora un recuerdo olvidado que ha quedado oculto en la soñadora bruma de nuestro pasado.
Eragon, Christopher Paolini.
Eragon, Christopher Paolini.
No es un crimen enamorarse
No es un crimen enamorarse. Eso pensaba yo, pero no estoy nada convencido. Si supieseis cómo ha cambiado mi vida, seguro que no os gustaría meteros en un asunto de ese tipo.
Yo no he podido elegir.
Hasta entonces - es decir, hasta hace unas semanas - era un chico bastante feliz. Digamos que sin problemas. Ahora es distinto, porque toda esa vida aceptable y cómoda se ha venido abajo por algo increíble: me he enamorado.
No me preguntéis cómo ha sido, porque así, tan a lo bestia, es la primera vez que me sucede; y dudo mucho que alguien pueda caer, al menos voluntariamente, en este confuso estado.
No es un crimen enamorarse, José María Plaza.
Yo no he podido elegir.
Hasta entonces - es decir, hasta hace unas semanas - era un chico bastante feliz. Digamos que sin problemas. Ahora es distinto, porque toda esa vida aceptable y cómoda se ha venido abajo por algo increíble: me he enamorado.
No me preguntéis cómo ha sido, porque así, tan a lo bestia, es la primera vez que me sucede; y dudo mucho que alguien pueda caer, al menos voluntariamente, en este confuso estado.
No es un crimen enamorarse, José María Plaza.
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No es un crimen enamorarse
No es un crimen enamorarse
Enamorarse no será un crimen, pero es criminal. Se pasa muy mal, eres incapaz de concentrarte en cualquier cosa (ni siquiera puedes jugar al parchís). Se tiene la cabeza ocupada todo el tiempo con una misma imagen, como si estuvieras hipnotizado. Se pierde el tiempo miserablemente. El corazón se bambolea como si cobijara una boa constrictor... Y no estoy seguro de que enamorarse sea un valor en alza.
No es un crimen enamorarse, José María Plaza.
No es un crimen enamorarse, José María Plaza.
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No es un crimen enamorarse
No es un crimen enamorarse
Mi plan, que parecía infalible, y eso que no se lo había copiado a nadie, seguía su curso. Ni en las películas ni en las novelas que tengo hubo nunca un caso parecido. Mi cerebro, cuando se pone a funcionar a tope, me sorprende a mí mismo. Hercule Poirot se sentiría ofendido — ya que es incapaz de admirar a nadie — al toparse con alguien con tantas célula grises como yo.
No es un crimen enamorarse, José María Plaza.
No es un crimen enamorarse, José María Plaza.
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No es un crimen enamorarse
No es un crimen enamorarse
No he nacido para criminal, lo tengo claro. Tampoco para enamorado. Aun así, me estaba rindiendo demasiado pronto. Si os dijera que desanimarme y abandonar no es una de mis características, deberíais creerme, aunque os advierto que, desde lo de Pilar, ya no me sorprende nada de mí mismo.
He llegado a la conclusión de que no me conozco.
La gran duda es saber quién soy realmente: si he vivido engañado todos estos años (desde que tengo uso de razón), o es precisamente ahora cuando estoy viviendo un espejismo. No lo sé y la verdad es que no se puede hacer nada por mí. Nadie me puede ayudar. No tengo solución.
No es un crimen enamorarse, José María Plaza.
He llegado a la conclusión de que no me conozco.
La gran duda es saber quién soy realmente: si he vivido engañado todos estos años (desde que tengo uso de razón), o es precisamente ahora cuando estoy viviendo un espejismo. No lo sé y la verdad es que no se puede hacer nada por mí. Nadie me puede ayudar. No tengo solución.
No es un crimen enamorarse, José María Plaza.
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No es un crimen enamorarse
No es un crimen enamorarse
¿Es todo esto algo normal o debería estar en tratamiento?
Lo dicho: no creo que un asesino se sintiera tan mal.
No es un crimen enamorarse, José María Plaza.
Lo dicho: no creo que un asesino se sintiera tan mal.
No es un crimen enamorarse, José María Plaza.
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No es un crimen enamorarse
En verdad yo era una víctima, pero me sentía como si fuese el asesino.
No es un crimen enamorarse, aunque en algunos casos (como el mío, que no tiene remedio) es peor.
No es un crimen enamorarse, José María Plaza.
No es un crimen enamorarse, aunque en algunos casos (como el mío, que no tiene remedio) es peor.
No es un crimen enamorarse, José María Plaza.
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No es un crimen enamorarse
No es un crimen enamorarse
Pero todo tiene su resplandor, y después llega la decadencia.
A mí me llegó prematuramente. Ya era un caso perdido.
No es un crimen enamorarse, José María Plaza.
A mí me llegó prematuramente. Ya era un caso perdido.
No es un crimen enamorarse, José María Plaza.
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