Era uno de esos días grises de octubre en los que parece que nunca acaba de amanecer. No llovía, pero la lluvia estaba ahí, en el aire, en las caras, emborronándolo todo. Podía sentirla calando la sudadera y la capucha, haciendo que se me enfriaran los hombros y la parte de arriba de la espalda.
Numbers, Rachel Ward.
Ese tipo de días me encantan :)
ResponderEliminarY a mi!
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