De repente, sintió que un dolor sordo se instalaba en su corazón. Y no era a causa de la dureza que estaba mostrando con ella, sino porque se sentía defraudada. Realmente, había deseado que fuera diferente a lo que, en aquel momento, aparentaba. Había querido creer que aquellos arrebatos de calidez que le había mostrado formaban parte de él en la misma medida que su lado violento.
Puso su mano sobre el pecho, intentando alejar aquel dolor.
- Quisiera marcharme, si no te importa.
Un largo silencio se abrió paso entre ellos.
- Ah, diablos... - murmuró él, respirando lentamente -. Esto no está bien.
- No, no lo está.
- Pensé que te merecías... No sé. Una cita. O algo..., algo normal - Se rió con rudeza mientras ella lo miraba con sorpresa -. Una idea estúpida. Ya lo sé. Debería dedicarme a aquello en lo que soy experto. Estaría más cómodo enseñándote a matar.
Bajo su feroz orgullo, ella vislumbró que, en el fondo, había algo más. ¿Inseguridad? No, no era eso. Con él se trataría, naturalmente, de algo más intenso.
Autodesprecio.
Puso su mano sobre el pecho, intentando alejar aquel dolor.
- Quisiera marcharme, si no te importa.
Un largo silencio se abrió paso entre ellos.
- Ah, diablos... - murmuró él, respirando lentamente -. Esto no está bien.
- No, no lo está.
- Pensé que te merecías... No sé. Una cita. O algo..., algo normal - Se rió con rudeza mientras ella lo miraba con sorpresa -. Una idea estúpida. Ya lo sé. Debería dedicarme a aquello en lo que soy experto. Estaría más cómodo enseñándote a matar.
Bajo su feroz orgullo, ella vislumbró que, en el fondo, había algo más. ¿Inseguridad? No, no era eso. Con él se trataría, naturalmente, de algo más intenso.
Autodesprecio.
Amante oscuro, J. R. Ward.
No hay comentarios:
Publicar un comentario